Si hay dos muebles de tu hogar en los que no puedes escatimar en pro de la máxima comodidad son la cama y el sofá. Apostar por el confort en un sofá es hacerlo por tu salud física y la de quienes viven contigo o te visitan.  Pero ¿cómo elegir un buen sofá y acertar? No es tarea sencilla y, a menudo, no por mucho pagar se opta por el mejor modelo.

  1. La estructura y el relleno.

Una buena estructura de madera es fundamental. Al fin y al cabo, el sofá es, seguramente, el mueble de tu salón más empleado. Aguantar varios kilos de peso durante muchos años y el envite de los más pequeños en familias con hijos precisa de un armazón duradero y resistente. Pero no solo la estructura ha de resistir, también las cintas que soportan las espumas de los asientos y las patas.

La estructura del sofá también puede ser metálica, aunque suele ser más habitual en sofás con posibilidad de convertirse en cama. En este sentido, uno debe responder a la siguiente pregunta: ¿deseo un sofá cómodo o una cama cómoda? Ambas características son difíciles de conseguir, por eso debemos tener claro si el uso del sofá como cama va a ser esporádico o muy habitual. 

En cuanto al relleno, ni muy duro ni muy blando, este es el secreto. En el primer caso, nunca lograremos amoldarlo y resultará incómodo. En el segundo, nos hundiremos al cabo de pocos meses. Las espumas viscoelástica o de poliuretano HR son densas, duraderas, transpirables y presentan una gran resistencia a la deformación.

  1. Las medidas del sofá.

No existen unas medidas estándar para el buen sofá. Todo dependerá de tu constitución física y hábitos cotidianos. Lo que sí debes tener claro es lo siguiente: cuando te sientes, que las rodillas nunca queden por encima de tu cadera; que puedas apoyar los pies en el suelo y llegar, al mismo tiempo, con la zona lumbar al respaldo; que el reposabrazos (si es que tu modelo tiene esta opción) esté a la altura del codo y que la parte trasera sea tan elevada como para poder apoyar la cabeza cómodamente.

Este último punto es el más controvertido, ya que los sofás con respaldo corto se han impuesto por su diseño y posibilidades estéticas. No restan luminosidad ni sensación de amplitud, quedan de maravilla en espacios integrados (dónde salón y cocina comparten metros cuadrados) e invitan a la conservación cara a cara.

  1. La tapicería.

Resistente al roce y lavable: requisitos indispensables. Escogerla en un tono gris o marrón jaspeado ni muy claro ni muy oscuro te ayudará a mantener a raya una buena presencia, además de conseguir un efecto muy natural y fácilmente integrable en la decoración del salón. 

Que sea suave, que no se arrugue, que no pierda color con el sol y que podamos limpiarla con tan solo una bayeta húmeda son otras ventajas que debemos pedir a nuestro nuevo sofá.

Si ya tienes claros los aspectos más importantes a la hora de comprar un buen sofá y llega la hora de escoger el modelo que mejor se adapte a la distribución y estilo de tu salón, ponte en manos de profesionales en diseño de interiores, ellos te ayudarán a escoger la mejor opción.

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