Salones y cocinas que comparten espacio y escenario visual, una fórmula mágica por la que apuestan cada vez más personas en la reforma de su hogar. Versátiles, funcionales, eficientes y eminentemente bellos. 

 

El negro mate y la madera veteada, una apuesta por la sofisticación siempre segura

Conseguir maridar salón y cocina en un mismo espacio no es sencillo. Fomentar el equilibrio y la coherencia a través del mobiliario (colores, texturas, acabados…) resulta vital. Una fórmula que siempre acierta, sobre todo si buscamos un plus de sofisticación, es la que apuesta por el negro mate y la madera veteada en los muebles y accesorios de ambos ambientes. La integración será tal que la cocina no se apreciará de un primer vistazo, sobre todo si el negro predomina también en los electrodomésticos y en la grifería.

En el salón, debe imperar el minimalismo, muebles sencillos donde la geometría se haga con el espacio y donde la luz natural entre a raudales. Para contrarrestar las tonalidades oscuras, el blanco y el gris claro pueden poner el punto de ruptura de manera anecdótica. Por ejemplo, en la alfombra, los sofás y en el caso de la cocina, en la encimera.

Las lámparas, modernistas, en tonos dorados y con formas geométricas deberían formar parte de una misma colección para todo el conjunto de la estancia. Apostando por una de gran tamaño sobre la mesita de la zona de estar y una serie de dos o tres lámparas suspendidas sobre la mesa de comedor o la península o isla de cocina que cumpla es función.  ¿Quieres una cocina moderna y elegante? Esta fórmula es imbatible.

 

En blanco roto y madera clara, para ambientes más cálidos

Si lo que quieres es lograr un espacio cálido en el que la cocina se convierta en una prolongación del salón, el blanco roto, en tonos grisáceos o beige, y la madera clara con veteado natural contribuirán seguro a lograr este efecto. Ambos componentes deberán protagonizar el mobiliario del salón y de la cocina. 

Situar una pequeña isla entre ambos, que se convierta en el espacio de manipulación y para comer, servirá de elemento conector. Cúbrela con un mantel a juego con la alfombra bajo la mesa de centro y la prueba estará más que superada. Mejor de colores vivos y tramas que llamen la atención. Los sofás y los taburetes o sillas, que compartan tapicería, una que nos recuerde a escenarios terrosos y plácidos, siempre orgánicos.

En cuanto a los complementos, serán fundamentales. En la cocina, lámparas llamativas que podrían en el salón, y en este último, unas más discretas que llenen de luz tenue la estancia.

 

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